El panorama reciente nos muestra presiones inflacionarias de manera global que llevan a los principales bancos centrales a replantear la estrategia de política monetaria. Desde el inicio de la pandemia las tasas de interés han estado particularmente bajas provocando un exceso de liquidez. Esta liquidez se refugia en mercados emergentes y las monedas, como el Peso Mexicano (MXN), reciben flujos importantes de dinero especulativo que mantiene fuerte la paridad versus el USD.
La estabilidad en el tipo de cambio y en las tasas de interés se han visto impactados en el país y en el mundo, entre los factores más notables que han contribuido a este efecto podemos enumerar, por ejemplo, el anuncio en octubre de La Reserva Federal de Estados Unidos que reduce sus compras de bonos, lo que implica un aumento en las proyecciones de las tasas de fondeo en Estados Unidos. El ajuste al alza que aplica Banxico al objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día como respuesta a presiones inflacionarias internas y externas. El temor sobre una posible cuarta ola de COVID-19.
Por otra parte, la reducción de liquidez implica una fuerte competencia por inversión y México actualmente no representa un atractivo para la inversión extranjera directa, combinado con una salida histórica de capitales que los extranjeros tienen invertido en valores gubernamentales en México de cerca de 270 mmdp en 2021. El resultado es un cóctel de incertidumbre que impacta los proyectos de inversión, crecimiento, planeación, ingresos y operación diaria de los gobiernos, empresas, negocios y de las personas.
No obstante, desde mi punto de vista, un antídoto para brindar certidumbre a la volatilidad de los mercados financieros son los Instrumentos Derivados que sirven para cubrir y mitigar riesgos, asegurando los retornos esperados sobre la inversión y permitiendo una sana operación financiera. Mediante la disciplina en el uso de coberturas, se puede asegurar un tipo de cambio en el futuro, así como una tasa de interés que permita tener bajo control los pasivos financieros y conservar los márgenes de operación estables sin afectar las operaciones comerciales de los empresarios.
Existen instrumentos en el mercado que contribuyen a mitigar el riesgo en Tipo de Cambio, como los forwards, que permiten fijar la paridad en el futuro o también se pueden diseñar estrategias con Opciones de Tipo de cambio que habiliten una cobertura efectiva para no exponer la operación de las empresas al riesgo cambiario. Por otro lado, si de operaciones de crédito se trata y son a tasa variable, ésta se puede fijar mediante Swaps (intercambio de flujos) o implementar una estrategia con Opciones sobre tasas de interés para fijar un “techo” al costo de financiamiento.
De acuerdo con datos propios, el interés por cubrir los riesgos descritos ha crecido, por ejemplo, en los últimos 3 meses del 2021, el volumen operado de derivados de tipo de cambio aumentó 30%. Mientras que el número de operaciones de cobertura de tasas aumentó 4 veces más en lo que va del 2021 con respecto al año anterior y en cuanto a instrumentos como Caps y Swaps el volumen concertado aumentó 80 por ciento.
En conclusión, llevamos muchos años en un entorno económico complicado, y es probable que algunos sucesos nos tomen por sorpresa, sin embargo, como especialista recomiendo pensar a futuro y proteger los negocios con instrumentos de cobertura de riesgos financieros de acuerdo con las necesidades específicas del sector y el giro del empresario. El primer paso es acercarse con un experto capaz de trazar una estrategia de cobertura a la medida para que el empresario pueda navegar con mayor certidumbre entre los obstáculos económicos coyunturales.
El autor Guillermo Mateos, director de Soluciones de Divisas y Derivados, Banco BASE
