¡Feliz Navidad, queridos cuatro lectores míos! ¡Que el amor, la paz y todas las bendiciones de este día se extiendan a los últimos del año y a todos los del próximo! ¿Qué puede dar este juglar, viajero de la legua, a cambio de todos los innumerables dones de bondad que la gente le brinda en su camino? Nada más que un pobre ramillete de mal hilvanadas picardías. ¿Podrán servir para exornar la cálida charla en el convivio navideño? Así lo espero. Mientras tanto ¡mucha felicidad!... Hurgando en un cajón Pepito encontró un traje de Santo Clos. Fue con su papá y le dijo con gran solemnidad: "Lo sé todo". "¡Shhhhh! -le impuso silencio el señor-. Ten estos 200 pesos y no le digas nada a tu mamá". Pepito entonces fue con su madre. "Lo sé todo" -le dijo. "¡Calla! -se asustó la señora-. Que no te oiga tu padre. Toma estos 500 pesos y no le digas nada". Sin entender lo que pasaba, pero ansioso por compartir con alguien su secreto, Pepito, fue con el vecino de al lado y le dijo: "Lo sé todo'". Los ojos del vecino se llenaron de lágrimas. Conmovido abrazó a Pepito y le dijo lleno de emoción: "¡Hijo mío!"... En la tienda de departamentos la niñita se subió a las rodillas del Santo Clos. Con una dulce sonrisa le preguntó: "¿A que no sabes qué tengo?". Le preguntó el hombre lleno de ternura: "¿Zapatitos nuevos?". "No". "¿Una linda muñeca?". "No". "¿Un perrito?". "No". "Me doy por vencido -se rindió el hombre-. ¿Qué tienes?". Respondió la niñita: "Sarampión"... En el coro navideño Babalucas cantaba a voz en cuello: "¡León, león!". "Tienes la partitura al revés -le indicó el director-. Es 'Noel, Noel'"... El reno hembra le dijo a Rudolph, the Red-Nosed Reindeer: "Así con la luz prendida no"... El petrolero texano y su mujer fueron a una galería de arte en Nueva York y compraron todos los cuadros que había de Van Gogh, Renoir, Monet, Picasso, Miró y Gris. "Muy bien -le dijo el magnate a la señora-. Ya tenemos las tarjetas de Navidad. Ahora vamos a comprar los regalos"... Rosilita, equivalente en niña de Pepito, le pidió al Santo Clos de la tienda: "Quiero una muñeca y un iPhone". Le preguntó Santa: "¿Te has portado bien?". "Mira -contestó Rosilita-. Tráeme nada más el iPhone, pero no hagas preguntas"... Un visitante llegó a la casa del pequeño. "Dime, buen niño. ¿Está tu papá?". "No, señor -respondió el crío-. No ha venido desde que mi mamá sorprendió a Santo Clos entrando en el cuarto de la sirvienta"... En la tienda el individuo pidió que le envolvieran un sugestivo juego de ropa íntima femenina. "A su esposa le va a encantar"-le dijo la encargada. Se quedó pensando el tipo y dijo: "Tiene razón- Deme otro igual"... Con tristeza la jovencita les anunció a sus papás: "Ya no soy virgen". "¡¿Queeeeé?!" -se consternaron ellos. "Sí, -confirmó la adolescente-. Ahora seré el ángel en la pastorela del colegio"... En la cena de Navidad derramó Pepito su vaso de refresco. "¡Tiznada madre! -exclamó con disgusto. "¡Pepito! -se alarmó su mamá-. ¿Dónde aprendiste a decir eso?". Declaró Pepito: "Se lo oí anoche a Santo Clos cuando al dejar los regalos se golpeó el dedo gordo del pie en la pata de la mesa"... Santo Clos bajó por la chimenea y entró en la sala de la casa. En ella estaba una estupenda morena de agraciado rostro y esculturales formas tanto anteriores como posteriores. Su busto estaba casi a la vista, y lo mismo sus opulentas caderas. Santa le entregó sus regalos y luego le dijo: "Linda: tendré que salir por la puerta". "¿Por qué, Santa?" -quiso saber ella, intrigada. Explicó el visitante: "Porque después de verte así no voy a caber ya por la chimenea". (No le entendí). FIN.