POSADA QUINTA
Porque dudó -no sabía- me gusta este San José, Y me gusta porque al último abrió su pecho a la fe.
Soy como él: tengo mis dudas. Soy ciego que quiere ver, y con San José he aprendido: nunca es tarde para creer.
Yo espero la voz de mi ángel. No sé cuándo la oiré, pero la espero, la espero. Va a llegarme alguna vez, y estaré también dispuesto, como el carpintero aquel que ante el milagro fue humilde. Yo también lo voy a ser para estar, como él, oculto, al fondo casi, en Belén.
¡Hasta mañana!...