
(EL SIGLO DE TORREÓN/SAÚL RODRÍGUEZ)
Bebe un café americano en la librería El Astillero, está sentado frente a un ejemplar de Ulises, la célebre y monumental novela de James Joyce. El escritor lagunero Alfredo Loera comenta, en pleno Bloomsday, que la primera vez que leyó al escritor irlandés fue en una clase del maestro Miguel Espinoza. Loera era alumno en la Escuela de Escritores de La Laguna y en aquella ocasión, sus ojos se sumergieron en los párrafos de un cuento incluido en Dublineses. "Joyce tiene un estilo muy naturalista, pero no en el sentido Zolá, sino en el sentido más radical del naturalismo".
Cada 16 de junio, el Bloomsday es celebrado en Dublín, la capital de Irlanda. Se trata todo un ritual teatral, donde los seguidores de Joyce buscan replicar las escenas y aventuras que Leopold Bloom, Molly Bloom y Stephen Dedalus viven, precisamente, durante el 16 de junio de 1904. Joyce eligió esta fecha para su libro, cabe decir que es un compendio de simbolismos, debido a que fue ese día cuando tuvo su primera cita con Nora Barnacle, quien se convertiría en su esposa.
"Joyce es un escritor para escritores, por lo menos Ulises es una novela para escritores. Yo quería ser escritor y fue una referencia muy inmediata.
Primero lo leí en español y sí le batallé, la verdad, pero una persona que quiere escribir sí aprende mucho de Ulises, porque tiene muchos estilos. Toda la novela es una muestra de los diferentes estilos narrativos que alguien puede tener. Entonces, ya no sólo me fijo en la historia, sino que mi lectura fue un poco como dice Piglia, una lectura de escritor. El que quiere escribir ya lee los libros diferentes".
Loera continúa con la cátedra joyceana y cita a dos célebres escritores también entusiastas de Ulises: Ezra Pound y T. S. Eliot. Indica que en sus estudios descubrió que para entender a Joyce habría que tener en cuenta el concepto de la epifanía.
"Joyce tiene una definición propia de la epifanía, de hecho toda su narrativa tiene que ver con esa idea. Las personas viven la realidad sin darse cuenta de lo que está ocurriendo, sin ser conscientes de lo que están viviendo. Y entonces. Ellos van teniendo diferentes experiencias, sin saber lo que les pasa, pero a veces por un detalle le dan sentido a toda una experiencia. Mucha de la literatura anterior a Joyce era más grandilocuente en muchos aspectos… en el sentido de la vida. Sobre todo porque antes de Joyce estaba el romanticismo, pero como que en el romanticismo el sentido de la vida tiene que ver con una disquisición muy profunda del personaje o de la vida de las personas. Joyce dice que tú estás teniendo una experiencia y a alguien se le cae una moneda, un perro ladra, entra alguien (por ejemplo, nosotros estamos en la librería) y la manera en que se para te recuerda algo.
Esos pequeños detalles, te dan una comprensión de lo que está ocurriendo".
Joyce solía cargar con un diario personal en el que plasmaba epifanías. En ocasiones podía estar tomando un café con alguien, pasaba algo fuera de su conversación, lo anotaba en pequeños párrafos y le otorgaba un sentido a la experiencia.
"La literatura requiere un esfuerzo intelectual diferente a otras artes, requiere que te concentres, pero creo que la recompensa también lo amerita. Sobre todo en una literatura como la de Joyce, que sería entender la manera en que habitamos el mundo. Borges dice que sólo está el amor y la muerte, entonces es ver cómo estos personajes viven la muerte, cómo viven el amor, cómo viven su juventud, cómo viven su vejez".