EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

Columna

¿Queremos dar el paso?

JULIO FAESLER

Solemos decir que la democracia es la mejor forma de resolver los problemas que se oponen a que los habitantes de un país vivan tranquila y provechosamente.

Bajo su amparo el ciudadano puede resolver sus problemas de existencia, satisfaciendo sus necesidades y realizando sus aspiraciones. Solo habrá que cumplir sus reglas. Esas reglas no las define el ciudadano sino las encuentra ya vigentes en su comunidad por el hecho de nacer. Del gobierno depende decidír la manera de aplicarlas.

La evolución política ha definido que las decisiones que fijan el tono y actos de la sociedad no deben ser tomadas por individuos dotados de poder, sino por el consenso de los gobernados. El proceso ha de llevarse a cabo respetando derechos y tomando en cuenta todos los intereses, consultando y obteniendo la aprobación del mayor número posible. El proceso se llama Democracia. Al aplicar sus reglas se fijan prioridades según la intensidad de las necesidades. Las aspiraciones de la comunidad se nacen y se enriquecen con las de dimensión individual.

La autoridad calibrará su actuación según la respalde la opinión unánime o al menos la de la mayoría. La amplitud de aprobación se conoce sea directamente de los ciudadanos o por encuesta. En una comunidad pequeña donde todos se conocen es fácil decidir la acción colectiva más adecuada. No así en grandes comunidades en que hay confluencia de muchos intereses, a veces incompatibles, que hay que conciliar. La vida de las comunidades, más allá de las pequeñas, es determinada por los políticos que se sostienen interpretando los deseos populares.

Los últimos siglos ha dejado como experiencia que no es aceptable dejar las decisiones de dimensión social a la decisión personal del que gobierna.

La democracia que más se estima es la que descansa en un órgano debidamente constituido en que participan varias posiciones. Si su composición exhibe el predominio en sus decisiones la del partido en el poder sin permitir la participación efectiva de las demás posiciones válidas, deja de ser "democrático".

En México el partido Morena que ha ejercido el poder desde 2018, no solo no ha dado los rendimientos prometidos sino ha intentado sistemáticamente deturpar el sistema electoral y desorientar muchos otros como el educativo, el de salud o los de servicios sociales asistenciales. Visto en su conjunto ha llevado al país a un estado de desórdenes y a decisiones de alcance nacional que no concuerdan con los sentimientos de amplios sectores.

El partido oficial, está en constante campaña para desprestigiar al INE y las entidades electorales locales lo que allanará el camino a cuestionar la equidad de la elección presidencial del 2024 de no serle favorable. Esas elecciones serán intensamente personalizadas mas que por contraste de programas. La Alianza convenida entre el PAN, PRI y PRD promueve un gobierno de coalición formal que creará un gabinete presidencial que articule propuestas planteadas al menos por los tres partidos mencionados para, ganadas las elecciones, realizar una administración para todos los mexicanos y no solo los de una parte. En este gobierno de coalición, los puestos superiores serán ejercidos por miembros de de diversos partidos y personajes capacitados de acuerdo a un Plan de Gobierno claro y viable. Exceptuando algunos temas en que por ahora no parece haber acuerdo, en términos de votos para 2024 para el gobierno de coalición hay votos suficientes para abrir nuestro país a una nueva dimensión en que converjan las propuestas de los partidos participantes cuyas diferencias no son tan incompatibles como en las campañas parecen.

Lo que está al fondo de la coalición no solo es la meta de poner coto al profundo desorden en que México vive con la gestión de Lopez Obrador, sino acabar con la inveterada tradición de gobiernos antidemocráticos centrados en personas que desde la Independencia han dominado las decisiones nacionales.

El general descontento que atornilla al país marca una nueva coyuntura para que, unidos más que en cualquier otro momento, la sociedad civil se alce haciendo valer sus descuidados derechos políticos para con ellos provocar los cambios para un nuevo modelo de gobierno conforme a las aspiraciones pendientes de realización.

Muchos planes ha habido en nuestro país desde hace años con propuestas de toda clase, desde las más nobles hasta las menores con sus recomendaciones. El quicio de 2024 abre la perspectiva de preparar, no una transformación desatinada y utópica sino la de un paso firme en una evolución nacional interrumpida.. La pregunta está en si queremos dar el paso.

[email protected]

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Editorial Julio Faesler editoriales

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2105418

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx