Ya hemos hablado en anteriores artículos de cómo en estos últimos años muchos de nosotros hemos vivido un despertar de conciencia. Ya hemos viajado por reflexiones y pensamientos de lo vivido y lo aprendido. Hemos transitado lo inexplicable, lo incierto, lo caótico. Algunos hemos intentado dotar a este tiempo de sentido, otros simplemente han decidido o aprendido a sobrevivir. Sin embargo, hay algo que revolotea en mi mente desde hace tiempo. Algo que quizá también te esté ocurriendo a ti. Y es que a pesar de todo este recorrido, muchas veces nos cuesta sostener, mantener en el tiempo, integrar los aprendizajes como parte activa y real de nuestra vida. Nos cuesta generar nuevos hábitos, nuevos comportamientos, nuevas actitudes sostenidas ¿Te ocurre lo mismo? Sostener, integrar, mantener. Justamente es ahí donde radica el auténtico logro, porque sólo la perseverancia y la constancia en el proceso son lo que te acercan a ti mismo, al cambio y a la transformación.
De nada sirve llenarnos la boca y la agenda con palabras bien sonantes, con intenciones y con deseos, si a la hora de la verdad, todo queda en eso, en palabras. La gracia está en pasar a la acción, a la acción sostenida y perseverada. Lograr el compás perfecto, la sintonía adecuada y navegar entre nuestra realidad y la realidad hacia la que nos proyectamos, a la que aspiramos, la que nos gustaría vivir.
Es paradójico que tengamos que esforzarnos para buscar huecos e instantes que nos acerquen más a lo queremos o a quien queremos ser. Nos llenamos el día de obligaciones para las que nos han entrenado concienzudamente, para llegar a…no se sabe exactamente qué. Y sin embargo, aquello que quizá hemos tenido la fortuna de descubrir en este camino, aquello que es nuestro propósito, aquello que nos otorga sentido de ser y de existir, queda relegado, incluso borrado de nuestra vida. Y poco a poco, mientras vamos rescatando y montando de nuevo las piezas de nuestro puzle interior, nos vemos volcados a sentir este proceso como algo ajeno y artificial, nuevo y abrumador, que tenemos que meter con calzador en nuestras vidas.
Menos mal, que todo este sentir vale la pena. Y menos mal que existen los maestros, sea cualquiera la forma o el nombre que tengan, que nos recuerdan la importancia de esforzarse para alcanzar las cosas más bellas, más simples, más auténticas. A veces un maestro es un libro, a veces un sueño, a veces un amigo, una película, una persona que te sonríe por la calle. Ese pequeño y gran momento en el que reconectas, en el que algo hace click en ti y recuerdas que no es tan difícil. Que el día está manchado por muchas horas que podríamos convertir en momentos de luz para nosotros. Que no se trata de hacer malabares con las tareas y el tiempo, que escasea, sino de disfrutar en el proceso. Que nos podemos permitir no llegar a todo y no ser perfectos. Que podemos permitirnos ser flexibles también con nosotros mismos y permisivos. Que podemos no caer en la procrastinación, por decir, mañana será otro día y lo haré mejor.
Desde esa mirada querido lector, desde ese lugar de no presión y de disfrute, la cosa cambia por completo. Desde nuestro máximo silencio mental y atención, todo ese barullo, ese nudo de información que se nos hace una montaña, se convierte en algo placentero y sencillo. Las nubes se disipan y recuperas la valentía, la fuerza, la claridad y la ilusión. Así que si en algún momento te pierdes, ojalá estas palabras te sirvan para recordar:
-No necesitas más horas, necesitas reorganizar tu tiempo con base en lo que es importante para ti.
-Integra lo aprendido poco a poco, sé flexible y amoros@ contigo mism@.
-Sé amable contigo y con los demás.
-No te desvíes, por mucho que el mundo exterior diga lo contrario. Aprende a navegar entre tu mundo interior y exterior, ambos son importantes y necesarios para el equilibrio.
-No dejes de buscar las respuestas a tus preguntas. Sigue tu intuición.
-Sal al mundo sin miedo, con ilusión y con magnetismo. Explica lo que hay en tu corazón sin temor a la crítica.
-Ama por encima de todo y deja que el amor te guíe allá donde vayas.
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