La filosofía local de David Chipperfield

En un mundo donde se alzan edificios cuadrangulares de concreto, acero y vidrio como símbolo de la globalización, destacan las creaciones de David Chipperfield, cuyo trabajo se distingue por enarbolar el carácter local de cada sitio donde construye. Su despacho tiene sedes en Londres, Berlín, Milán, Shanghai y Santiago de Compostela, cada una de ellas “integrada en su contexto local y a la vez unida globalmente por ambiciones arquitectónicas en común”, según se explica en su página web oficial. “Me parece muy débil de parte de un arquitecto el descartar la historia y cultura de una ciudad y decir ‘tengo un estilo internacional’. No hay ninguna justificación intelectual en absoluto para ello. Es el equivalente a no tener variaciones en la cocina, bien podrías meter todos los distintos tipos de comida en una licuadora y tomarlos como licuado de proteína. Esta noción romántica de diferentes estilos y abordajes es importante, significa algo para la gente, y cuando le quitas el significado a las cosas terminas con una existencia más bien aburrida”, argumenta el londinense.

Ese respeto por la historia y condiciones de cada ciudad, aunado a la sostenibilidad de sus proyectos, le valió el Premio Pritzker 2023, el galardón más prestigioso del que puede ser acreedor un arquitecto.

Dicho reconocimiento no sorprende en la larga y prolífica trayectoria de Chipperfield, pues entre las muchas condecoraciones que ha recibido se encuentran también la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania máxima distinción que otorga este país a quienes han trabajado por el bien común; la Medalla de Oro del RIBA, mediante la cual la realeza británica premia a las mayores contribuciones arquitectónicas para la sociedad; así como el Praemium Imperiale de la Asociación de Arte de Japón, uno de los más notables en lo referente al desarrollo artístico a nivel mundial. Asimismo, Chipperfield es miembro honorario del Instituto Americano de Arquitectos, del Bund Deutscher Architekten y del Real Instituto de Arquitectos Británicos.

Tampoco sorprende que su visión rigurosa lo haya hecho el mejor candidato para participar en obras urbanas de gran envergadura y profundo significado histórico. Entre ellas destacan la reconstrucción del Museo Nuevo de Berlín, Alemania, y la renovación de la Vieja Procuraduría en la plaza San Marcos de Venecia, Italia.

HERENCIA HISTÓRICA

Pocos arquitectos han tenido el honor de dejar su huella en San Marcos, una de las plazas públicas más icónicas del mundo. La sede en Milán de David Chipperfield Architects fue seleccionada en 2017 para la rehabilitación de la Procuratie Vecchie (Vieja Procuraduría), que ocupa el lado norte de la explanada y fue edificada en el siglo XVI.

El objetivo de este proyecto, finalizado en 2022 e impulsado por la fundación Generali, es que la población y los visitantes de Venecia tengan una relación más cercana con la ciudad. Así, las intervenciones arquitectónicas permitieron que, por primera vez en quinientos años, el interior del inmueble finalmente fuera accesible para el público general. Para favorecer el tránsitro de personas, se generó un sistema de circulación vertical.

Las primeras dos plantas, que también fueron restauradas, ya estaban ocupadas previamente por las oficinas de Generali, pero la tercera no estaba habilitada. Ahora hay una galería para exhibiciones culturales, un espacio para talleres, otro para eventos, un café y un auditorio. Si bien se trata de zonas completamente adaptadas a las necesidades modernas, el equipo de arquitectos respetó los procesos de construcción tradicionales, utilizando materiales y métodos artesanales en pisos, techos y paredes, “buscando no imponer sino heredar, para completar un todo único y recuperar la integridad de lo que ha estado presente durante cientos de años en el lugar más representativo de Venecia”, describe David Chipperfield Architects.

Otro proyecto de gran carga histórica es la reconstrucción del Neues Museum (Museo Nuevo) en Berlín, que aún estaba prácticamente en ruinas tras haber sido bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial. Si bien se habían hecho intentos de reparar los daños anteriormente, muchas secciones permanecieron destruidas y expuestas a las inclemencias de la naturaleza hasta el año 2009, cuando el recinto abrió sus puertas tras una década de restauración.

El museo fue inicialmente diseñado por Friedrich August Stüler y erigido entre 1841 y 1859. La proyección de David Chipperfield Architects estuvo enfocada en respetar esa estructura original tanto en cuestión de espacios como de materiales.

Se trata de una “restauración arqueológica”, según la descripción oficial de la obra. Los huecos en el armazón del inmueble fueron subsanados de forma que las superficies nuevas no contrastan con las originales en términos de textura ni brillo. Asimismo, se respetó el volumen y la distribución antigua de las salas. El vestíbulo principal fue restablecido, aunque sin incluir los ornamentos que poseía, ya que “lo nuevo refleja lo perdido sin imitarlo”; quizá respetar la memoria histórica se trata de preservar, no de congelar el pasado como si nada hubiera sucedido.

Al conjunto se agregaron nuevas áreas de exhibición levantadas con ladrillos reciclados hechos a mano, o bien con concreto mezclado con astillas de mármol sajón, complementando armónicamente a las zonas antiguas.

David Chipperfield ha estado a la cabeza de la construcción de muchos otros museos alrededor del mundo, entre ellos el Museo Nacional de Arqueología en Atenas, el Mughal en Agra, el West Bund en Shanghai, el de la Cultura de Milán o el Jumex en México.

DAVID CHIPPERFIELD EN MÉXICO

El Museo Jumex es el primer proyecto (y hasta ahora el único) de David Chipperfield en Latinoamérica. Ubicado en un área arquitectónicamente ecléctica de Polanco, en Ciudad de México, alberga una de las mayores colecciones de arte contemporáneo del continente.

Fiel a la filosofía Chipperfield de honrar las culturas locales, el diseño del edificio está basado en la tradición escultórica de algunos grupos indígenas mexicanos, y sus muros y pisos están construidos con travertina traída de Xalapa, Veracruz.

El museo, de carácter único, se alza sobre una pequeña plaza triangular. Su base, sin embargo, no invade a la explanada, sino que se funde con ella, ya que el volumen principal de la estructura se asienta sobre 14 pilares, dejando la planta baja casi totalmente libre para la circulación al no estar delimitada por paredes. De esta manera, el espacio público se vuelve una extensión más de la experiencia cultural que aporta este lugar.

El primer piso está destinado a crear comunidad, por lo que está adaptado para distintos tipos de eventos. El segundo y el tercero están diseñados para montar exhibiciones. Al tratarse de arte contemporáneo, los espacios son flexibles; deben poder funcionar para un amplio espectro de instalaciones y performances, respondiendo a las necesidades curatoriales de cada muestra. Por ello, las salas se pueden dividir fácilmente y la iluminación se ajusta según se requiera. El tercer piso, de hecho, posee tragaluces con difusores que permiten el mayor aprovechamiento y moldeabilidad de luz natural. Es así como nuestro país tiene la fortuna de contar con la obra de uno de los arquitectos más relevantes de nuestra era. Con suerte sea inspiración para construir espacios más enfocados en enriquecer la identidad propia de cada sitio, hacer del paisaje urbano un lugar acogedor para la comunidad y construir en armonía con el medio ambiente. Después de todo, tal como lo ha expresado David Chipperfield, el valor de la arquitectura reside en qué tanto aporta a su entorno.