Marco Rubio, el senador cubanoamericano de la Florida nominado por el presidente electo Donald Trump como próximo secretario de Estado del país, quiere crear una coalición de presidentes conservadores de América Latina para contrarrestar la ola izquierdista en la región.
¿Funcionará su plan? Antes de tratar de responder esa pregunta, veamos lo que ha dicho el propio Rubio sobre su plan, en el que jugaría un rol importante el presidente argentino Javier Milei.
Según escribió Rubio en un artículo publicado por la revista conservadora National Interest el 23 de abril, el bloque latinoamericano opuesto a las dictaduras y los populismos de izquierda estaría compuesto por Argentina, El Salvador, Ecuador, Paraguay, República Dominicana, Perú, Costa Rica y Guyana.
Rubio, que nació en Miami, pero habla fluidamente el español y ha defendido durante mucho tiempo la causa de la democracia en Cuba y Venezuela, escribió en ese artículo que China, Rusia e Irán han hecho avances significativos en América Latina, y que "construir una coalición contra esa influencia" es "obviamente deseable".
Rubio prosiguió diciendo que "debemos inspirarnos en la nueva generación de líderes potencialmente pro-americanos en el hemisferio occidental". Citó, entre otros, los casos de Milei y del presidente de Paraguay, Santiago Peña, quienes, según dijo, sienten "un desagrado por el socialismo".
Rubio escribió que cuando se reunió separadamente con Milei y Peña, expresaron "un fuerte deseo de una mayor colaboración económica con Estados Unidos". Agregó que "es de nuestro interés nacional (de Estados Unidos) corresponder a esta disposición".
Los presidentes pro-estadounidenses en la región ahora están a cargo de más de 120 millones de personas y de economías que juntas suman más de un billón de dólares, escribió Rubio.
A juzgar por la entrada triunfal de Milei en la cena de gala de Trump en Palm Beach el 14 de noviembre, y el hecho de que fue el primer líder extranjero en reunirse con Trump desde las elecciones del 5 de noviembre, todo indica que Argentina será uno de los líderes del grupo.
Antes de su reunión en esa cena, Trump y Milei habían mantenido una conversación telefónica de 11 minutos poco después de la victoria electoral de Trump. Milei le dijo a una radio argentina posteriormente que "Trump me dijo que yo era su presidente favorito".
Sin embargo, no será fácil que la alianza conservadora propuesta por Rubio logre su propósito de frenar la influencia de China y Rusia, entre otras cosas porque China ha aumentado enormemente su peso económico en la región, mientras que Washington se ha poco menos que olvidado de sus vecinos del sur.
Asimismo, las deportaciones masivas de millones de inmigrantes que planea llevar a cabo Trump y su plan de aumentar los aranceles de importación para los productos extranjeros no caerán muy bien en varios países de la potencial coalición de derecha.
Mi pronóstico sobre las posibilidades de éxito de la coalición conservadora propuesta por Rubio es que dependerá de si Trump respeta el Estado de derecho una vez que asuma el cargo el 20 de enero, o si se comporta como un autócrata electo.
Si ocurre esto último y Trump se salta las normas democráticas para perseguir a sus críticos e intimidar a la prensa, y si sigue elogiando a dictadores como Vladímir Putin de Rusia y Kim Jong Un de Corea del Norte, la coalición de países amantes de la libertad no tendrá autoridad moral para predicar la democracia en América Latina.
El hecho de que Rubio probablemente le preste más atención a América Latina que todos sus antecesores en la memoria reciente es una buena noticia. Y su idea de que Washington les dé más apoyo a los países que defiendan la libertad en dictaduras como las de Cuba y Venezuela también debería ser bienvenida.
Pero me preocupa que si Trump desprecia el Estado de derecho, como lo hizo cuando se negó a aceptar su derrota electoral del 2020, resultará difícil tomar en serio la creación de esta alianza conservadora como una fuerza de defensa de la democracia en la región.
La coalición antiizquierdista propuesta por Rubio será una gran idea si sus países miembros respetan el Estado de derecho. De lo contrario, será moralmente débil, e ineficaz.