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Sinergia entre deporte y arte clásico; de la Kalokagathia al espectáculo de masas

En la Grecia Antigua, las actividades físicas y la educación espiritual estaban íntimamente integradas en el concepto de kalokagathia, término que unía la belleza y la virtud. Conforme avanzó la historia, las disciplinas de cuerpo y mente tomaron caminos

Fresco del salto de toro en el Palacio de Knossos, Grecia, 1450 A.C. Imagen: Daily Art Magazine

Fresco del salto de toro en el Palacio de Knossos, Grecia, 1450 A.C. Imagen: Daily Art Magazine

AURORA HERNÁNDEZ

Las primeras manifestaciones de actividades deportivas se remontan a las civilizaciones más antiguas, como la egipcia y la mesopotámica. Estas culturas practicaban diversas formas de ejercicio y juegos que no solo servían para el entretenimiento, sino también para preparar a los hombres jóvenes para la guerra y mejorar su condición física. 

En Egipto, por ejemplo, existen representaciones en tumbas y templos —como la Tumba de Kheruef, la de Beni Hassan, las de Saqqara y el Templo de Medinet Habu— de actividades como la lucha, el lanzamiento de jabalina, el remo y la natación, lo que refleja la importancia de estas prácticas en la vida cotidiana y ritual de los antiguos egipcios. 

Asimismo, en Mesopotamia hay evidencias de pruebas deportivas que incluían la lucha libre y juegos con pelota. Las estelas y relieves de la ciudad de Ur, las tablillas de Nippur, y el Palacio de Asurbanipal en Nínive nos proporcionan una visión valiosa de cómo las actividades físicas eran importantes en esta civilización. 

Sin embargo, fue en Grecia donde el deporte se institucionalizó y se convirtió en una parte integral de la cultura, la educación y la cotidianidad, alcanzando un nivel de sofisticación sin precedentes en la Antigüedad. 

ATLETAS GRIEGOS 

Para los griegos, el deporte y el arte estaban profundamente entrelazados, creando una sinergia que celebraba la excelencia y la belleza del ser humano. Un concepto central en esta cultura era el kalokagathia, término que combinaba las nociones de lo bello (kalos) y lo bueno o virtuoso (agathos). 

Los gimnasios en Grecia no eran sólo lugares de entrenamiento físico, sino también centros educativos donde se fomentaba el desarrollo integral del individuo. Los jóvenes recibían instrucción tanto en ejercicios físicos como en música, poesía y filosofía. Este enfoque holístico reflejaba la creencia de que un cuerpo bello y bien entrenado debía ir acompañado de un alma igualmente cultivada.

Los Juegos Olímpicos, los Juegos Píticos, Ístmicos y Nemeos eran, además de competencias atléticas, celebraciones culturales. Los vencedores de estos juegos eran considerados ejemplos vivos de la kalokagathia

La hermosura física era un atributo estético, así como un reflejo de salud, fuerza y excelencia. Competir desnudos en los Juegos Olímpicos y otros eventos deportivos permitía a los atletas mostrar la perfección y la armonía del cuerpo en movimiento.

Ánfora de terracota atribuida a Eufileto, 500 A.C. Imagen: Met Museum
Ánfora de terracota atribuida a Eufileto, 500 A.C. Imagen: Met Museum

La escultura helénica es uno de los ejemplos más evidentes de la vinculación entre deporte y arte. Una de las piezas más icónicas es el Discóbolo de Mirón, que representa a un atleta en el acto de lanzar un disco. Esta obra no solo retrata un momento deportivo, sino que también busca capturar la tensión y el dinamismo del cuerpo en movimiento, mostrando la fuerza y la gracia del protagonista. De igual manera, Policleto creó obras sobre deportistas en acción, en las que buscaba representar el equilibrio y las proporciones perfectas del ser humano, como en su famosa obra El Doríforo (portador de lanza). 

Este tipo de escenas también fueron un tema popular en la cerámica griega, especialmente en los vasos de figuras negras y rojas. Estas vasijas a menudo mostraban competencias de salto, carreras, lanzamiento de jabalina, lucha y boxeo. Los artistas utilizaban este medio para narrar y glorificar las hazañas de los atletas. 

Aunque menos sobreviviente que la cerámica y la escultura, la pintura en Grecia también reflejó temas deportivos. Los murales y frescos, como los hallados en las tumbas macedonias y en algunas residencias privadas, inmortalizaban momentos de victoria y esfuerzo atlético. 

El deporte también influyó en la literatura de esta cultura. Los poemas de Píndaro, por ejemplo, honraban las victorias en los Juegos Olímpicos y otros festivales panhelénicos. Estos textos conectaban la habilidad física de los atletas con valores heroicos y divinos, elevando el acto deportivo a un nivel casi sagrado. 

Los gimnasios (palestras) y estadios también muestran la integración del deporte con el arte, pues a menudo eran decorados con esculturas como los kouroi, que representaban ideales de juventud, belleza y fuerza física. El estadio de Olimpia y el gimnasio de Delphi son ejemplos donde la arquitectura y el arte se unen para honrar al deporte. 

El desarrollo físico era un medio para alcanzar la excelencia atlética y una forma de cultivar belleza. De esta manera, la civilización griega dejó un legado perdurable en la concepción del cuerpo y la estética en la cultura occidental. 

Sin embargo, a medida que esta sociedad evolucionó y se transformaron las estructuras culturales, estas dos facetas de la vida —el arte y el deporte— comenzaron a divergir. El punto de inflexión histórico en el que ambas disciplinas empezaron a tomar trayectorias independientes se puede ubicar en la transición de la Antigua Grecia al período helenístico y luego al romano, donde hubo una mayor institucionalización, espectacularidad y adaptación a las nuevas realidades políticas y sociales de esos tiempos. 

Copia romana del Discóbolo de Mirón, conservada
en el Museo Romano en el Palacio Máximo. La
original data del 460 A.C. Imagen Wikimedia
Copia romana del Discóbolo de Mirón, conservada en el Museo Romano en el Palacio Máximo. La original data del 460 A.C. Imagen Wikimedia

PERIODOS HELENÍSTICO Y ROMANO 

En el periodo helenístico, con la expansión del imperio de Alejandro Magno, el deporte se extendió geográficamente y se diversificó. Los gimnasios y estadios se transformaron en prominentes instituciones donde la competencia atlética se enlazó con la vida social y cultural. 

En contraste con la Grecia Antigua, donde el deporte era intrínseco a la educación y la identidad cultural, el periodo helenístico comenzó a ver esta disciplina como un medio de entretenimiento público y una demostración de poder y estatus. Se transformó en un espectáculo para las masas, con un énfasis creciente en la habilidad y la destreza física por encima de los ideales educativos y morales antiguos. 

Para los romanos, el deporte adquirió una dimensión aún más compleja. Adoptando y adaptando las tradiciones griegas, introdujeron nuevos elementos, como los juegos de gladiadores, que se convirtieron en una forma distintiva de entretenimiento y exhibición de bravura militar. Estos espectáculos reflejaban una cultura de competencia y espectacularidad propia del Imperio Romano. 

La profesionalización de los atletas y la comercialización de los eventos deportivos se hicieron más evidentes en la Roma imperial. Los competidores ganaban reconocimiento y riqueza a través de sus habilidades, mientras que los eventos se convirtieron en plataformas para mostrar el poderío económico y político de la élite. 

SEPARACIÓN DEL ARTE Y EL DEPORTE 

Así es como el deporte ha transitado un camino que lo ha establecido como una disciplina autónoma. A medida que la historia avanzó, especialmente durante la Edad Media y el Renacimiento, la práctica atlética comenzó a ganar un carácter propio, alejado de las bellas artes. Este cambio se hizo más evidente en el siglo XIX, cuando se fundaron las primeras organizaciones deportivas y se establecieron reglas estandarizadas. 

En el siglo XX, con la profesionalización de los deportes y el desarrollo de competencias internacionales como los Juegos Olímpicos y los campeonatos mundiales, aunada a la creciente atención mediática, se consolidó aún más su estatus como una esfera separada del arte, centrada en la competencia, el rendimiento físico y el espectáculo, a pesar de que puede involucrar aspectos estéticos y artísticos, como en la gimnasia o el patinaje artístico. 

La institucionalización del deporte moderno refleja tanto la continuación de tradiciones antiguas como la adaptación a las demandas y valores contemporáneos, subrayando la persistente importancia de las actividades atléticas no solo como un medio de competencia física, sino también como un fenómeno cultural y social que une a comunidades alrededor del mundo. 

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